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Archive for junio 2008

Oda a tu sonrisa

¡Madre mía! menuda forma de empezar el día,me despierto dando un brinco asustado por los gritos de una niña, que molesta por algo, se desgañita y parece liberar algún demonio que, hasta la fecha, en su interior había vivido.

Un café solo me da los buenos días, con una sonrisa amarga, la de cada mañana y cada sobremesa, la sonrisa que busco en tus labios de fresa. ¿Dónde guardas los secretos que te cuentan sin querer? No me creo que sólo sea humana esta sonrisa que me golpea la cara y me levanta el alma. Me enternezco, sorbo tras sorbo, el café me cuenta los titulares del día, repasamos juntos la actualidad cada mañana. Entre sonrisa y sonrisa un cigarro se consume a ritmo de vicio y a velocidad de rayo…

¡Dios mío! no me asusten con malas o buenas noticias que perturban mi mañana y aceleran su calma. Estoy concentrado, solo esta sonrisa que me da la vida y me enamora tiene lugar en mis mañanas. Sorbo tras sorbo, o beso tras beso, te miro y me sonríes con la malicia del que se sabe amado por razón de su sonrisa, por despejar por las mañanas al ser más agotado y por revivir el corazón del enamorado confuso o del que, día tras día, ama más locamente de lo que puedas imaginar.

Marc Guillot Mir, 20 años, Sant Cugat del Vallès

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Cogito

12/02/08 (17:12)

Me dispongo a iniciar este diario con el fin de intentar producir un mayor confort en mis días. Espero que escribiendo lo que siento, pueda ayudarme a tirar hacia delante con fuerza e ilusión. Eh, entonces me dispongo seguidamente y pausadamente a escribir lo que me pasa por a cabeza.

Modestia aparte, creo que soy un tipo agradable, soñador, iluso en muchos casos, conquistador, deshacedor de lo hecho y forjado por mi, con poca fuerza de voluntad, con miedo a lo verdadero y a lo bueno, con tendencia a la maldad (sin querer causar mal en nadie), con ansias desesperadas de sentirme bien conmigo mismo. Suelo ser algo hipócrita a veces y también mentiroso en repetidas ocasiones ,con animo de lucro alguna vez. Si me propongo una meta, un propósito, me cuesta mucho de llevar a cavo. A los dos días ya me he cansado del esfuerzo que supone llegar a esa meta y desisto pero siempre con la ilusión utópica (la mayoría de veces) de creer que algún día lo conseguiré. He aquí un par de ejemplillos tontos pero que en el fondo son los que cuestan más de realizar: quiero dejar de fumar. Me lo propongo seriamente a las 14:00 del mediodía de un martes cualquiera. ¿Y que ocurre?; a las dos horas exactas me enciendo un cigarrillo auto engañándome con la falacia de que ya lo dejaré algún día no muy lejano. De hecho esta propuesta de dejar de fumar me la he hecho hace 3 horitas y ahora mismo me estoy encendiendo mi segundo cigarro tras prometerme firmemente dejar de fumar para siempre. Me resulta gracioso. Vamos a poner otro ejemplo. Una de las cosas que me suponen un mayor sacrificio es la de levantarme a la hora correcta por las mañanas. De cinco días laborables que hay en la semana, como mucho, realizando una media ponderada, me levanto a la hora una o dos veces. Eso, ¿ es una actitud madura y responsable de cara a mi vida? Tengo 19 años pero parece que tengo 12 o 13 con esa actitud. Me enciendo un cigarro. Por los altavoces suena la B.S.O. de la película «Leyendas de pasión». Impresionante. Su melodía me suscita infinitos sentimientos, me recuerda hechos pasados y a la vez ayuda a volar a mi imaginación. Dos hechos simultáneos se entrelazan en mi cabeza. Mi cabeza se lanza soñando ilusiones pero por otro lazo, mi raciocinio corta las alas de mi imaginación. ¿Porque no puedo soñar tranquilo?, ¿Porque mi cabeza sueña si sabe perfectamente que nunca podrá ser realidad lo que sueña, o quizá si?, ¿Quien lo sabe, Dios?. Otro que tal… Mi cigarrillo se ha consumido del todo. Estoy en el trabajo. El dinero que gane con este trabajo no se en que lo emplearé. Me voy. Debo concentrarme en el trabajo ya que me pagan por eso. Hasta luego.

Ricardo Arnó Vinardell, 20 años, Barcelona.

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Este breve relato está basado en hechos reales. El autor intenta narrar unas vivencias particulares adaptadas al género de ficción. Todos los que conozcan al responsable de este humilde escrito recibirán en su memoria un agradable recuerdo de tiempos que fueron mejores. Espero que disfrutéis,

Marc Guillot Mir

Ya son las seis. Tiene que llegar de un momento a otro, si no me largo y tendré que hacerlo yo sólo.

-¡Mike!-exclama Alfred, que justo acaba de llegar-, ¿hace mucho que esperas?

Por lo menos hacía media hora que lo esperaba. Traía consigo un paquete y, por debajo de la cinta que mantenía sujeto su envoltorio, una nota.

-Perfecto, vamos allá.- dije con autoridad.

A lo alto del monte aparcamos las motos que tan amablemente nos habían llevado hasta arriba. La colina nos permitía ver el puerto. Un gran barco blanco, uno de esos cruceros para millonarios hace escala. El reflejo del sol en las olas y la fresca brisa en nuestra cara hacían paradisíaco un lugar ya increíble de por sí. La mirada perdida en el horizonte, contemplando el vuelo raso de alguna gaviota que intenta ser acróbata. Una muchacha alta y delgada baja el paseo. Su figura destacaba por encima de cualquier otra y su melena jugaba a placer con ese viento que habita en las costas mediterráneas. Nos quedamos atónitos. La seguimos con la mirada, embobados, como atontados por una belleza y un sol de verano que deshidrataban y hacían perder el sentido. Debíamos esperar, aún faltaba casi una hora y debíamos planearlo todo, nada debía salirnos mal porque si no estábamos acabados.

Abrimos el paquete que Alfred traía consigo.

-La nota. ¡Primero la nota, hermano!

Alfred, asustado dejó de lado el paquete. Se trataba de una caja, más bien pequeña, envuelta en un papel marrón, aparentemente muy normal. No había prisa por abrirlo pero Alfred ya se estaba empezando a impacientar. Encendió un cigarrillo, mientras miraba fijamente el lugar por donde había pasado, escasos minutos antes, aquella muchacha.

Leí la nota. Abrí el paquete y ahí estaba la foto de una bella muchacha, linda y morena, y una pistola. En la nota se nos informaba que un hombre joven haría de cebo y la traería a la colina a eso de las siete. Empezaba a nublarse, el viento cálido y seco comenzó a sacudir los árboles que había a lo largo y ancho de la ladera de la montaña. El mirador era una atalaya que nos situaba en una posición privilegiada y podíamos controlar toda la zona marítima sin peligro de ser vistos. Era el lugar perfecto. Las olas empezaban a sacudir con fuerza, como si no estuvieran de acuerdo con el tiempo. Poco a poco el viento empezó a hacérsenos incómodo, eran las seis y media y aún nos quedaba media hora. ¡Maldita sea! Empezaba a llover. Las nubes hacía cosa de un cuarto de hora que ni se veían, y de repente, se nubla el cielo y unas pocas gotas de lluvia de verano empiezan a caer sobre nuestras cabezas. Alfred se puso el gorro. Un gorro de ala corta que siempre lleva consigo. Es un tipo que siempre va preparado. Ordenado y calculador –supongo que viene de familia-, se mantenía callado, pensando, supongo, en cómo llevar a cabo el trabajillo que nos esperaba. Mordía un palillo que cogimos del restaurante a la hora de comer y fumaba a largas caladas un cigarrillo tras otro.

Oímos un coche. Aún era demasiado pronto pero por si acaso nos preparamos. Nos pusimos los pasamontañas y nos escondimos uno a cada lado de la carretera. Mientras observábamos cómo subía por las curvas los nervios afloraban. A mí se me escapó la risa al principio, me pareció curiosa la situación. Se acerca el coche, era rojo, deben ser ellos, pensé.

-Vamos allá- me dije a mí mismo, y sin pensarlo dos veces irrumpí en la calzada como si con todas mis fuerzas deseara ser atropellado.

-¡No Mike!, ¡no son ellos!

Demasiado tarde. El coche pegó un frenazo brusco, del susto que les dí casi tienen un accidente, pero gracias a Dios no les pasó nada. Un hombre bajó del coche y se dirigió a mí. Creí que iba a pegarme. Tenía unos cuarenta años, era alto y corpulento. Obviamente nos convenía que se fuera y no debíamos tener problemas, en tal caso no podríamos terminar el trabajo y todo habría terminado. Ya cada vez faltaba menos para la hora. El señor estaba enfadadísimo, le pedí perdón, que se fuera, estaba realmente furioso. Alfred salió de entre los arbustos y pidió al hombre que se marchase, que había sido sin querer, que era una broma. En un par de minutos volvíamos a estar en la misma posición, aún no me había recuperado del susto con ese buen hombre al que por poco mato de infarto y suena el móvil. Lo dejé sonar, era la señal y ahora sí que no podíamos fallar. Son las siete, se empezaba a oír un coche que subía. Por el ruido del motor parecía un coche viejo. Me asomé un poco para poder identificarlo. ¡Eran ellos! Subían a ritmo tranquilo. Las pulsaciones se me disparaban, era la primera vez que hacía esto, no podía fallar. Estropear tantas horas de trabajo y planificación sería lo peor que me podía pasar. Alfred permanecía en silencio, agachado y escondido, preparado para saltar. Finaliza la curva, aminora la marcha por la poca visibilidad del tramo antes de llegar al mirador. En ese momento, Alfred y yo nos plantamos de un salto a unos diez metros, delante del coche. Pegó un frenazo, Alfred sacó su pistola y les apuntó. Ellos permanecían inmóviles, asustados, deseando que algún otro coche subiera y, ante el panorama, les ayudaran, o por lo menos llamaran a la policía. La acompañante del conductor estaba muy nerviosa. Era la hermosa muchacha de la foto, morena y delgada. Nuestros pasamontañas nos evitaron ser reconocidos. Nos acercamos al coche, abrí la puerta del conductor y le hice bajar.

-No te muevas. –le dije a ella.

Le tapé los ojos con un pañuelo, y tras ordenarle que no hiciera ningún movimiento llevé el coche hasta donde estaban nuestras motos. Alfred y el chico, estaban allí. Mi hermano ya no llevaba el pasamontañas, metió al chaval en el asiento de tras y le ordenó que tranquilizara a la chica. Él se llamaba Peter y ella Paula. Los llevé hacia el otro lado de la colina, con miedo de que aquello se me fuera de las manos. Allí había una casa y era ahí donde nos esperaban. Paula, aún con los ojos vendados cogía la mano de Peter, pero no decía nada. Estaba sudando y él la tranquilizaba diciendo que todo saldría bien. Paula era una chica preciosa y seguramente no merecía nada de lo que le estaba pasando, pero yo qué iba a hacer, sólo cumplía órdenes.

Alfred esperó con las motos, a lo alto de la colina. Debía llegar un coche con otra persona para llevarlos a la casa, punto de encuentro, al otro lado de la colina. Paula, alta y delgada y llevaba un vestido de verano. Calzaba unas sandalias que dejaban casi desnudos unos pies maravillosos…Creo que me estoy entreteniendo. Vamos al grano. Al llegar a la casa ya había alguien esperándonos en la puerta, nos abrieron la verja de metal de un color verde oliva que no denotaba un gran sentido del gusto por parte de su propietario. Entramos en un terreno con jardines y piscina. El tamaño de la casa y sus terrenos hacía suponer que sus inquilinos no pasaban mucha hambre. Esperamos dentro del coche unos cinco minutos, hasta que Alfred y el chico que se encargó de baja mi moto y el del coche aparecieron. En el jardín había bastante gente. Estaban todos muy elegantes, pero todos en silencio, como si no tuviesen tema de conversación. Cogí a Paula por la mano, con suavidad la bajé del coche y le indicaba dónde poner los pies al andar para evitar pisar mal algún escalón. Siempre he creído que estas cosas se pueden hacer, también, con suavidad y sin violencia.

-¿Qué narices es esto? Dejadme en paz de una vez, ¡quiero saber dónde narices estoy! – insistía Paula.

Viendo que empezaba a ponerse nerviosa, Peter le pidió que se callara, por orden mía. Así lo hizo, y bajo amenaza, Paula calló. La llevamos al centro del jardín. Había mesas con comida. La sentamos en una silla, entre la confusión que sentía y los nervios de no entender nada. Por fin le destapé los ojos y allí estábamos todos, elegantes y sonrientes, orgullosos de nuestra pequeña hazaña.

Cuando vio todo lo que le habíamos organizado abrazó a todos los presentes, entre felicitaciones y alguna que otra bronca amistosa por el susto que le habíamos dado. La fiesta fue todo un éxito, todos los invitados eran amigos nuestros, que de alguna manera u otra colaboraron en la dura tarea de organizar un montaje de tales dimensiones, y por su sonrisa, una vez nos hubo perdonado a los secuestradores y a Peter, su novio, vimos la enorme alegría que sentía al ver lo que sus amigos son capaces de hacer por ella y por cualquier otro que se atreva a cumplir los veinte.

La vedad es que no hay mucho más que contar sobre el resto de la noche. Fue una gran fiesta de cumpleaños, Alfred y yo tuvimos que pasarnos la mitad del rato interpretando la cara de susto de Paula al ver su vida en peligro…así que…si, supongo que fue algo divertido. Bueno, ya basta, ¿no? Creo que ya me toca ir a dormir, que ya es tarde, tal vez, cuando vuelva a protagonizar una situación de estas, o el día que algo tan curioso como esto me suceda a mí, puede que vuelva a escribir en este o puede que en otro pedazo de papel.

 

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Sobre el aborto

Si a mí, padres, no me hubieseis dejado nacer, hubierais coaccionado mi libertad, aún verde pero verdadera, ¿podría mirarme hoy al espejo?, no. ¿Podríais miraros vosotros si hubiesen, mis abuelos, abusado de vuestro implícito derecho a la vida? Exactamente, no. ¿Quienes nos creemos para decidir quién debe vivir y quien debe morir? ¿Por que cuando defendemos la vida nos miran o tratan como si fuéramos de otro planeta?
Padres, habéis logrado que tenga dignidad, que sepa distinguir entre lo bueno y lo malo, que sepa apreciar, que sepa querer y sobretodo, que mis hijos tengan padre y madre. Por todo ello, os doy gracias.
De infinitas caras vive el sufrimiento y de muchas maneras lo vemos y palpamos cada día. ¿Quién no hay sufrido, por más o por menos, alguna vez en su vida? Diría que no existe ser humano que no sufra. O por defecto, ¿quién no ha gozado de felicidad o la ha acariciado plenamente consciente de que existe? Diría que no existe ser humano que no la haya acariciado. Humanamente se comprende que, frente a la certeza o la casi certeza de malformación o por lo menos ante la duda motivada por una amplia probabilidad estadística, este caso hoy para los padres de una importancia dramática, mucho más que en el pasado cuando se carecía de precisos métodos diagnósticos. Desde el punto de vista médico habría que acudir en esos casos a una buena profilaxis, al tratamiento prenatal cuando sea posible, a una terapéutica endouterina en los casos en que también sea factible y, en último extremo, a la rehabilitación. Pero nunca se puede, y lo defiendo sin excepciones, provocar la muerte de un ser inocente, ni la de nadie (eutanasia). Por lo demás, la no aceptación de la minusvalía, supone una especie de racismo de los sanos, de racismo cromosómico, en frase de Lejeune[1], que podría tener gravísimas consecuencias para la humanidad.
Yo, como hombre, no podré entender nunca lo que significa tener en tu vientre a un hijo, a una persona humana, igual que cualquier otra. Como humano puedo entender lo que supondrá un cambio radical de una mujer que queda embarazada. Puedo entender la negación de una pareja o matrimonio de un embarazo no deseado, el cambio que supondrá en sus vidas y la dura aceptación de un embarazo no deseado. Pero no puedo entender que personas, por muy mal que estén de salud, económicamente o por lo que sea –egoísmo-, sean capaces de asesinar a otra persona, a su propio hijo.

Les voy a poner un ejemplo que deberán meditarlo y que se les puede aplicar o lo pueden ejercer cualquiera de ustedes con dos condiciones: una que la cumplen todos, ser hijos. Otra que solamente la cumplirán algunos/as, ser padres. Mediante dos historias paralelas les explicare mi ejemplo.

Una pareja tiene un embazado no deseado.
Esta pareja va a tomar un café y hablan de abortar el embarazo.
Seguidamente van a la consulta de un médico abortista.
Hablan con el médico y deciden que seguirán adelante con el aborto.
El aborto tiene un “módico” precio de 600 euros.
Este médico es muy bueno abortando y tiene lista de espera. La pareja tiene que esperar unas dos semanas.
A las dos semanas a las 9:00 de la mañana vuelven a la consulta.
A las 10:30 salen de la consulta felices y contentos. El feto ya ha muerto, el médico a cobrado, ellos se van a casa y se toman otro café.
Fin de la historia.

Una pareja tiene un hijo de 17 años.
Esta pareja va a tomar un té y hablan de asesinar a su hijo.
Seguidamente van al despacho de un asesino profesional.
Hablan con el asesino y deciden que seguirán adelante con el asesinato.
El asesino les cobra la cantidad de 600 euros por matar a su hijo.
Este asesino es muy bueno y tiene muchos clientes. El chaval morirá dentro de dos semanas.
A las dos semanas a las 9:00 de la mañana el niño va hacia el colegio. El asesino lo secuestra y primero lo mutila, le arranca los ojos, las entrañas y seguidamente lo mata y lo tira a la basura.
El asesino a tardado una hora y media en asesinar al chaval. A las 10:30 los padres ya no son padres y están felices y contentos, tan contentos que en casa se toman una copa de Cava.
Fin de la historia.

Después de las dos historias les pregunto: ¿Cuál de las dos historias les ha parecido más triste o más injusta?
Yo, Ricardo Arnó, les aseguro que son la misma. En el diccionario debería aparecer en la lista de sinónimos del verbo “asesinar”, el verbo “abortar”.
Mediten como les he dicho antes, háganlo sin miedo, por favor.

Riky Arnó, 20 años, Barcelona.

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Vamos a pensar por un segundo en las cosas que aún nos quedan por hacer y por contar…Dejemos volar la imaginación y en un alarde de ingeniosidad e intentemos creer que el mundo en el que vivimos no es de nadie, que corremos solos con la guitarra a nuestras espaldas, libres de todo estrés y sufrimiento, sin un reloj al que dedicar ni un segundo de todo lo que vemos…, Quien de verdad haya conseguido llegar a tal estado es que, indudablemente, ESTÁ MUERTO. Por el contrario, ya que estamos vivos y tan vivos, debemos conformarnos con mantener vivo el sueño de poder algun dia coger esa mochila y carretear por las calles de cualquier ciudad, en cualquier garito, y conocer a un compañero que nos amenice el viaje, que carretee con nosotros y tampoco tenga prisa.

Yo vivo con el deseo de poder recorrer el mundo, conocer gente nueva, abandonar todos esos prejuicios sin los que el mundo parece no saber vivir…

Últimamente me he hartado de todo un poco. He vivido ciertas experiencias con cierta gente que, la verdad, no me han hecho muy feliz. Creo que en el mundo, al menos en el mio, hay mucha gente que sin molestarse ni un poquito en pensar, actuan creyendo que saben lo que hacen. Me he encontrado con personas que sin tener ni idea de nada cuentan las últimas noticias (falsas ademas) sobre el primer tema que se les antoja. Pobrecitos, no lo hacen con mala intención, por eso no me enfado, solo me dan pena.

Creo que conocer gente nueva implica partir de cero, de este modo se eliminan todos los prejuicios posibles y se puede entablar una amistad sincera y duradera.

Bona nit.

Marc Guillot, 20 años, San Cugat del Vallés.

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Parte 1: Aprendiendo a pensar.

Las prisas por declarar verdades que consideramos indiscutibles y por promulgar a los cuatro vientos cualquier pensamiento, reflexión o crítica, han propiciado que hayamos (Ricky y Marc) empezado un blog sin dar previo aviso de lo que en este blog se expondrá. No somos sabios, pero un espíritu grande y la capacidad de hablar sin decir nada serán el leitmotiv de esa página de reciente nacimiento. Una Meca virtual, a la que no hay que llevar carne. Está prohibido. Pretendemos ser un canal para el pensamiento libre y crítico, para la juventud que no subyace bajo el imperativo del pensamiento tradicional y que se revela ante cualquier forma de dictadura moral. Creemos en una moral propia, personal, fruto de la razón y de la relación con el mundo. No entendemos por qué el mundo se resiste a pensar, por qué ciertas personas (por desgracia de nuestro entorno más cercano) creen ciegamente en unas verdades, que por muy respetables y bonitas que sean (y son), no han sido contrastadas, viven y se comportan (sin darse cuenta) sometidos a un modelo educativo que no les ha sido enseñado, les ha sido impuesto, y ellos lo acatan con total felicidad y credulidad. Ese modelo educativo está francamente bien, promulga una vida sana y unos valores totalmente respetables. El problema es que no se puede vivir creyendo en algo que no se conoce, detestando acciones que no han experimentado, tachando de pecado cualquier acto que se desmarque de lo que para ellos es lo único bueno y, sobretodo, lo más triste de todo, basando todas sus opiniones (¿hasta qué punto son suyas?) en argumentos aprendidos de lorito, razones que les han dado para cada pregunta a las que ellos solamente han asentido con la cabeza.

La única finalidad de este blog es que el que lo lea se cuestione por qué hace las cosas. No pretendemos ser moral impuesta para nadie, al igual que no queremos que nadie lo sea para nosotros. Doy fe (Marc) de que vale la pena pensar, vale la pena poner en duda todo lo que sabemos y lo que nos han enseñado para hacer nuestra esa manera de vivir que nos han inculcado, imitando aquello que creamos que es un modelo, y rechazando lo que no nos parezca bien, una vez se ha razonado. Ahí es donde se demuestra que, realmente, somos seres libres, conscientes y racionales. No vivamos como borregos, como esclavos de una ignorancia que se camufla bajo la apariencia de perfecta moral (que ni ellos mismos comprenden). Yo quiero vivir mi vida, nunca he intentado imponer un modelo de vida (porque cada uno tiene el suyo), que nadie me diga cómo debo vivir.

Este pequeño texto no pretende ofender. Si alguno de los que lo habéis leído os habéis sentido identificados, o no estáis de acuerdo conmigo pensad que no es más que una reflexión, sólo mía, y que no pretendo haceros cambiar de opinión: ¡sólo os pido que penséis!. En caso de extrema ofensa, de que creáis que me equivoco (que el pensamiento debe ser impuesto porque es mejor que seamos todos iguales…y tal) podéis hablar conmigo y gustoso os escucharé e intentaré ver la parte de razón que podáis tener.

Parte 2: Las Ponias

Os preguntareis que es una ponia o porque nos llaman ponia o porque soy una ponia… Es un tanto curioso de explicar pero vale la pena que conozcais la verdad.

El nombre de PONIA proviene etimológicamente hablando de la palabra TAPÓN. La palabra tapón la utilizamos a veces para referirnos a un ser pequeño o más bajo que uno mismo. La evolución del lenguaje ponil hizo que la palabra tapón evolucionara de la siguiente forma: 1.tapón 2.taponia 3. ponia. De esta manera los ponios nos llamamos ponios. La definición etimológica de la palabra PONIA no tiene nada que ver con lo que significa.

Los orígenes del lenguaje ponil se remontan a cuando Riky era mas pequeño. De pequeño y hoy en dia tuvo y tiene un amigo muy buen amigo de Riky que se llama Guille Molins. Guille y Riky creaban palabras de otras palabras, las transformaban y tenían un apodo para cualquier palabra.

Esta especie de dialecto casi se pierde ya que en el mundo solamente lo hablaban dos personas, Guille y Riky. Cuando el dialecto ponil estaba a punto de morir apareció un ente que no estaba ni frio ni caliente y que rapeaba y hablaba con su mente incandescente. Este ente fue como la recuperación de la fe en los ponios los cuales aun no eran ponios sino que el Dios rap solo los tenía en su mente. El profeta se llamaba y se llama Marc Guillot. Juntos resucitaron cualquier forma ponil en la tierra y en los cielos (dra!!) y poco a poco fueron cultivando lo que hoy en dia es la gran familia de los ponios.

Marc y Riky son los primeros profetas poniles, que son reyes poniles y han traído la verdad en versión rap.

Una vez Marc y Riky tenían claro que querían forjar la hermandad de los ponios iniciaron un proceso involuntario de cosas véase los madadamientos de la negrilidad. Sus frases más comunes que empezaron a invadir los patios de la Farga y el corazón de sus amigos empezaron a sonar por doquier. Ei sod senep yum senep, sod sorgem yum sorgen. La gente al principio se reía de ellos y blasfemaban sin pensar pobrecitos lo que hacían. Estas blasfemias tendrán su eco en la eternidad y tendrán que estar cantando para marc y para Riky la canción de la penitencia: La incondicional vease: Ut al amsim ed reya al lanoicidnocni, al euq on epus rama, ut al amsim ed reya al euq on epus rama on es rop euq.(Sagradas Escrituras Ponias)

La gente y sus amigos empezaron a ver la verdad y Marc y Riky hacían «apostolado» con sus discípulos en el «Enric»(el bar de al lado de la farga). La primera ordenación negril fue a Miky Mon. La segunda fue a la reina negra PAULA, después a la TEUMA (mateu) y poco a poco a mas ponios. Ahora son muchos y felices ponios por el mundo y lo único que quieren es fumar, tomar café (fetias) y tocar la tarria (guitarra) para proclamar a los 4 vientos la verdad.

Una definicion de ponia la podeis encontrar en la biblioteca de la UB de empresariales escrita por el ponio RODRIGO PUJOL escrita en ponio antiguo pero os será traducida y dice así:

UN PONIO ES AQUEL QUE POR SUS AZAÑAS LLEGA A UN GRADO DE MOLONEZ SUPERIOR A LOS DEMAS

Firmado: Riky y Marc Ponias

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